LA MONEDA Y EL BILLETE

La Fe, es más que la economía.
Alguien salió del banco contando una gran cantidad de dinero adquirida, y uno de los billetes se le extravió.
Este quedó junto a una moneda vieja, de ningún valor. Cuando el billete vio la moneda se burlo de ella. Y dijo: Qué poco vales peseta. Yo valgo mil veces más que tú.

La peseta, que ya conocía el valor generalizado del dinero, le contestó: si pero piensa en qué el dinero, es como el dios falso para las gentes, y ese valor por el cual presumes ahora, con el tiempo te será quitado. Entonces tu verdadero valor será el de un simple papel.
El billete, que apenas tuvo tiempo para pensar en el futuro, siguió con su burla: Tú criticas el valor del dinero, porque no lo tienes. Pero, ¿Acaso hay algo que tenga más valor que el dinero?
La peseta le informó: Ya existen tarjetas que anulan el comercio del dinero, y también por medio de datos eléctricos corren los valores desde lugares de un extremo del mundo al otro. El billete no quiso razonar y le cortó:
Bueno es que esto sea así. Todo nace y muere.
Pero la evolución demuestra que la economía, es necesaria para la sociedad de las personas. Y que al dinero lo hacen cada vez más necesario. Porque la verdad es, que no hay nada más importante.
¿Y a ti peseta, que te hubiese gustado ser, en cambio del valor, que representa el dinero?
La peseta le dijo: Una cruz, porque representa la fe en una vida más justa y verdadera para todos. Además la fe es imperecedera porque va en aumento a medida que las cosas edificadas por ella, se cumplen.
Entonces alguien paso y recogió el billete, pero la moneda no le importo.
Así, el billete empezó su vida, pasando de mano en mano. Y a la vez que transcurría el tiempo también iba perdiendo su valor. Y anduvo desde las manos más refinadas a las que menos. Y desde ser protegido en lujosas carteras. A estar sumamente arrugado entre otros papeles.
Y cuando ya carecía del valor, llegó a verse como un simple papel. Ocultándose para no acabar quemado en ningún fuego, ni terminar deshecho por masas húmedas incrustadas con las basuras.
Ya parecía, que no podía ser peor. Cuando una tormenta le arrastró desde las calles mas altas, encauzándolo cada vez más, por fuertes corrientes de las aguas caudalosas y salvajes. La arrastraron por los desagües de la ciudad. Hasta un lugar con gran extensión de agua por todas partes. Allí creyó el billete que era su fin, y se dispuso a su destrucción resignado. Y salió el sol, y mejoró el tiempo, asta que la tierra quedó sin agua, y el sol secó el billete.
Cuando el billete reaccionó, recordó aquel lugar. Allí fue donde estuvo con aquella triste moneda.
Y la buscó hasta encontrarla, y le dijo:
Ahora sé que de veras tenías razón. Pero la moneda que no sabía cómo darle animo, no le contestó nada.
Un hombre pasó por allí y recogió a la peseta y al billete, y se los llevo a su casa, dejándolos sobre una mesa que estaba en su lugar de trabajo.
La peseta reconoció aquel lugar. Era un taller de tornero. Y después la peseta informó al billete sobre aquel lugar: Mira billete, ahora yo tengo la oportunidad de ser, lo que siempre quise ser. Una cruz.
Ella representa todos los buenos valores y para siempre. El molde está colocado, y el torno tiene un escape de gas. Por favor, si tú quisieras encenderte y transportases el fuego desde allí, y lo encendieras.
El billete quedó muy sorprendido, de que la peseta le pidiese, que para que ella pudiese llegar a ser una cruz, él terminase consumido en fuego y convertido en cenizas. Pero el billete considerando, que él, ya no tenía nada que perder, y que en otro final no tendría la oportunidad de ser útil, para nada ni nadie. Y motivado por la gran compasión que le inspiraba la peseta, fue y se incendió.
Quemando su cuerpo de papel, llevó el fuego al torno. Y casi consumido por las llamas, deseó ver a la moneda por ultima vez.
Se arrastro sobre un polvillo líquido, amarillo muy pegajoso que le impedía llegar. Y se dio la vuelta para aligerarse de semejante lastre, y así el fuego se le apagó. Quedando recubierto, por el líquido amarillo. Con gran sacrificio y esfuerzo, llegó hasta el borde, y pudo ver la moneda que ya estaba licuada del color vivo y nuevo, convertida en una preciosa cruz. El resto del billete convertido en una laminita se emocionó y se alegro. Pero completamente debilitado y vaciado de sus fuerzas, y cayó al molde, donde la moneda estaba licuada, y quedó pegada en la frente de la cruz. Cuando el dueño del taller, regresó y vio aquella cruz tan perfectamente formada, sintió un inmenso aprecio por ella, y recogiéndola, la acabó, tallándole sobre su laminita, las palabras INRI. Que significa rey de los Judíos.
Cuando se la llevó hacia la parte de la joyería, donde tenía su comercio. La puso en el expositor más visible de todo el lugar. Para que todos los que llegasen pudiesen contemplarla y admirarla.

Cuando las personas que visitaban la tienda la veían, querían comprarla, llegándole a ofrecer mucho dinero por ella a su propietario. Según y lo que a cada uno pudiera permitirle su economía. Pero para el dueño esta Cruz no representaba ningún valor económico. Y rehusando a todas las ofertas les decía:
No es por el dinero, que yo deseo tener esta cruz. Si no que para mí tiene un valor sentimental. Por que yo no se como llego a ser. Pero tengo fe, de que esto ha sido por algo verdaderamente espiritual, muy bueno.

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