SER FELICES CON DIOS

Dedicado a todos los que abandonan sus hogares. Y hacen sufrir a sus familias.

Un día, después de que gracias Dios hiciese, grandes milagros en mi vida. Y rescatase mi alma de la muerte. Busque agradecido a Dios, y poder estar con disponibilidad para servirle en su obra.

Me hice una tunica blanca con una sabana de un ajuar muy especial. E incluso forre mí Biblia con la que obtuve muchas experiencias espirituales e inspiraciones.

Aunque estaba preparado, no me decidía de abandonar a mi familia. Y le pedía a Dios que me ayudase para hacer lo correcto. Mis padres solamente disponían de un hijo solo. Que era yo.

Y ahora estábamos juntos gracias a Dios, después de veinte y siete años separados. Y éramos conscientes d la gran necesidad que teníamos de permanecer unidos en familia.

Tuve una revelación. Y vi. A muchas gentes esperando. De pronto todos escucharon a alguien que vino tocando un instrumento de música, y con agrado todos le seguían. Yo sentía como si hubiese perdido la gran oportunidad de haber sido yo, el que hubiese sido enviado a estas gentes.

Entonces en mi espíritu marche yo solo, esperando que Dios me diese otra oportunidad para ser usado. Y aun turbado en mí sueño espiritual. Seguí un camino que conducía asta una montaña muy alta. Y en su cumbre parecía tener habitabilidad. Proseguí con temor aquel camino del cual yo ignoraba el destino. Pero me sentía refugiado en mi Dios y confianza de estar dirigido y protegido por Él. Y seguía con temor ascendiendo, por que la noche surgía, y yo no tenia ningún lugar para pernoctar. Y aun más cuando parecía comprobar que este camino era un camino sin salida. Y el único medio de bajar era retornar por el mismo camino. Pero la noche sobrevino, y yo sentí un gran temor por que estaba solo y perdido. De pronto apareció alguien que me copio y me llevo volando. Y me rescato, de esta gran tiniebla y me puso a salvo.

Yo en ese momento desperté. Y con gran inquietud di las gracias a Dios aun sin comprender la verdadera realidad de lo que había recibido.

Por esta razón sentí el deseo de partir en busca de la voluntad de Dios, sobre mí.

Y cogí mi tunica mi tunica y mi biblia e una bolsa y me marche de mi casa sin comunicárselo a nadie, n a mis padres. Ya bastante alejado de mi hogar y de mi localidad. Por un camino desabitado, que pertenecía a una vía de trenes, que ya había sido anulada.

Me alimentaba de todos los frutos del campo que encontraba a mi paso. Y recuerdo que era el tiempo de higos chumbos. Que son los higos de las paleras. Porque un hombre me ofreció para comer, ya pelados de su piel y sus punchas. Esa acampe en un campo de oliveras pero no tenia ningún temor porque la noche estaba vestida con su luna y sus estrellas iluminándolo todo. Y me sentía muy fuerte en el espíritu de Dios. Con su presencia.

Hice un fuego y queme mis ropas y mi documento de identidad. Para no poder volverme atrás. Y me puse la tunica blanca que yo mismo me había hecho, y con mi Biblia. Recuerdo que me acomodaba para dormir algunos ratos en el cruce de ramas, en los brazos de una de las oliveras.

Y de vez en cuando el espíritu me permitía oraba. Fue una gran noche espiritual para mi.

Cuando vino el día seguí caminando y alejándome de mi vida, para abrazarme a un destino con mi Dios. Y sucedió que estaba frente a dos grandes montes. Y escogí proseguir a través de uno de ellos. No recuerdo si el de la derecha o de la izquierda. Pero desde yo venia uno estaba ubicado cerca de una localidad llamada Mula. Y el otro monte justamente delante de otra localidad que se llama Pliego. Y yo me dirigí hacia Pliego. Pliego es un lugar donde se cultiva mucho los almendros. Y subí por un camino provisional que se reconocía construido por un tractor para crear un acceso asta el monte. Cuando llegue a la cumbre estaba cultivada de almendros. Y no había ninguna manera de proseguir. Solamente se podía bajar por el mismo lugar de su acceso.

Cuando estaba allí recordé la inspiración del lugar tenebroso que tuve anteriormente en mi hogar.

Pero era de día y no sentía ningún temor. Y baje del monte y me dirigí al pueblo. Recuerdo que bebí agua de una fuente. Cohibido por la extrañeza que provocaba salí del pueblo sin dirigirme a nadie. Llegue hasta un camino cerca de un río ya con la escasa agua que dejaba concurrir un pantano que había un paco más arriba de aquella localidad.

Me metí dentro de una cueva de arena que posiblemente utilizaban algunos animales para refugiarse. Y que con el tiempo la tierra arenosa de encima cayese y la engrandeciera para dar mayor capacidad y habitabilidad al refugio.

Me dispuse a leer la biblia, donde yo encontraba mi fuerza. Y cuando mire la Biblia las letras se emborronaban y no podía leer. Volví a intentarlo y las letras se transformaban en gusanos que se movían hacia fuera. Como si se marcharan de la propia Biblia. Entonces si que sentí un gran temor.

Es parecido a un hijo que va con su padre. Pero que jugando se distrae y se pierde. Y cuando reacciona, y no ve a su padre por ningún lugar. Entonces le atrapa la preocupación y el miedo.

Salí muy asustado de la cueva y baje asta el camino descendía asta el río. Intentando de poder leer pero las letras se me figuraban como si se movieran para irse de su sitio. Y así estuve un poco de tiempo caminando hacia el río.

Entonces paso un joven con un coche, creo que era uno con espacio de carga y pasó delante de mí, fijándose, de cómo yo iba vestido. Para un poco antes del riachuelo y abrió la puerta de atrás. Y salio del coche un pato, que corrió al agua embalsada.

El joven se dirigió a mí y me pregunto: ¿A que religión pertenecía? Porque quería saber. Por lo raro de mi atuendo.

Yo le explique que yo era un hombre de fe. Y que no pertenecía a ninguna pero que las respetaba. Por que era un creyente.

El joven me pregunto: ¿Y que crees. De cuando Dios puso a prueba a Abraham, para que sacrificara a su hijo.

Yo sentí como un reproche, a este hecho. Y sin darme cuenta, de las palabras que salían de mi boca dije: No sino que nuestro padre en la fe. Abraham, era un profeta de Dios. Y Dios lo utilizo para demostrarnos su redención por la cual vendría la salvación. Y así todos reconoceríamos a nuestro Dios, y Dios de Abraham. Por el sacrificio de su propio Hijo.

Ah. Dijo el joven. Como conforme a lo que yo creía.

Después me volvió a preguntar: ¿Y tú adonde vas vestido así?

Yo le conteste: Yo se que Dios está, con los pobres, y quiero estar con los pobres, para estar mas cerca de Dios.

¡Eso esta muy bien! Contesto el joven; ¿Pero tus padres que opinan de esto?

Yo le confesé. Mis padres no saben nada. Porque, yo me escape de mi hogar.

Entonces el joven me confirmo: ¡Entonces, tus padres están sufriendo!

Si. Afirme muy apenado.

Después el joven me volvió a preguntar: ¿Y tú, como estas tú?

Yo muy triste y desconsolado le dije: Yo estoy sufriendo. Del pensar que mis padres están sufriendo.

El joven me confirmo: ¡Pues Dios también esta sufriendo!

Y el joven me aconsejo: Por que no vuelves con tus padres. Y haces que ellos sean felices. Así tú también serás feliz. Y Dios también será feliz.

Yo no dije nada, solo permanecía apenado sin saber reaccionar.

El joven me pregunto de donde era. Y yo le dije de la localidad de Alguazas. Unos veinte y cuatro kilómetros en línea recta.

Y Él me propuso: Mira si quieres. Yo te puedo llevar, y de paso, visitare a una tía mía, que vive en Molina. El pueblo que esta a continuación, de alguazas, a un kilómetro más o menos.

Yo sentí un gran consuelo. Y le di las gracias.

El joven recogió a su pato. Y me invito a montar en su coche. Me llevo asta la puerta de su casa. Y espere allí para que pudiera recoger algo, y dejar a su pato.

En el camino de vuelta a casa. Él me contó; Debido que en el pueblo de Pliego, hay muchas almendras. Dijo:

Un día un anciano, me pidió. Tráeme una saca de almendras. Yo le conteste, que si le llevaba una saca mi madre se podría enfadar conmigo.

Él anciano contesto. No, sino que tú recojas poco a poco como puedas y una a una. Y cuando tengas la saca completa me la traes.

Al terminar el joven de contar esto. Vimos en la carretera a otro joven haciendo autostop. Y el joven paro y lo recogió. De pronto pensé. Ya lleva tres almendras. Porque yo asocie las almendras con buenas acciones. Y al anciano con Dios.

La acción de ayudarme a mí.

La de visitar a su tía. La cual se llevaría una gran alegría por tener un sobrino tan especial.

Y la tercera almendra. Era la acción de recoger al autoestopista.

Y cuando regrese a casa, y reflexione sobre todo esto. Recordé la revelación de todo lo ocurrido. Antes de marcharme del hogar. Y del Ángel que me recogió del lugar tenebroso. Para llevarme de vuelta al lugar de partida.

Sin duda alguna para mí, este joven era un Ángel.

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